viernes, 28 de febrero de 2014

De MARGARET ATWOOD. En pleno verano.


Estamos en pleno verano,
el final de nuestra vida aquí ya se acerca.

¿Para qué construimos vallas?
No hay nada que podamos dejar fuera.

La mostaza silvestre, las larvas de polillas, las orugas
empujan los lindes de este espacio

que nos ha llevado diez años escardar.
Los campos de exuberante verde y desolados

como promesas, todavía fingen
que nos pertenecen. Pero nada

nos pertenece, ni siquiera las tumbas
al otro lado de la carretera, con los

nombres claramente cincelados.
Confiamos en que los manzanos,

muertos y vivos,
se despidan de nosotros.

Pero eso no sucede.

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